El israelí Na’aman Hirschfeld vive desde hace doce años en el distrito de Neukölln de Berlín con su mujer y sus dos hijos, a sólo unas manzanas de la estación desde que la que su abuelo fue deportado a Auschwitz en 1942. La noche del pasado sábado, seis jóvenes aparentemente de origen árabe y al menos de segunda generación en Alemania, dado que hablaban alemán sin acento alguno, celebraron bajo su ventana el ataque terrorista de Hamas, comentando alborozados los vídeos que iban apareciendo en las redes sociales y festejando que «Israel haya sido humillado». Mientras el presidente de Alemania guarda un minuto de silencio por los muertos junto al embajador de Israel en Alemania, ante el pleno del Bundestag, la policía de Berlín patrulla los barrios de más densa población árabe para evitar estas muestras de apoyo a Hamás. «Me sentía orgulloso de vivir en esta ciudad, en este barrio, con estos vecinos», intenta explicar la nueva situación, «pero me temo que todo ha cambiado, que la convivencia y la tolerancia ya no son posibles por más tiempo en Berlín».
La ministra de Interior, Nancy Faeser, ha decretado la prohibición sistemática de cualquier manifestación que intenten convocar las numerosas organizaciones propalestinas y ha advertido que «nuestras autoridades de seguridad están vigilando aún más de cerca la escena islamista para identificar inmediatamente las reacciones al terrorismo de Hamás y detener cualquier muestra de apoyo». Detrás de una manifestación a favor de Hamás en Duisburg está el ciudadano alemán Leon Wystrychowski, un estudiante de Estudios Islámicos de 26 años, y en las de Neukölln en Berlín el grupo propalestino Samidoun, bajo vigilancia de los servicios de inteligencia interior. «Esto también se aplica a la recogida de donaciones para Hamás», ha añadido la ministra, consiente de lo que en Alemania es un secreto a voces: Hamás y Hizbolá ganan dinero en este país.
El clan sunita ha echado raíces en muchas ciudades alemanas, donde familias enteras dirigen tiendas de comestibles y restaurantes en los que se trafica con tabaco de contrabando y se recaudan donaciones para «los héroes de Gaza». El clan Ak proviene del sur del Líbano, territorio controlado por el chií Hizbolá, y en Alemania está establecido en Essen, Berlín y Frankfurt. Una rama de la extensa familia es sospechosa de blanqueo de capitales, evasión fiscal y fraude a través de transacciones inmobiliarias con dinero procedente del narcotráfico.
Los investigadores sospechan que el clan Ak pertenece a una red de blanqueo de dinero de Hizbolá procedente de toda Europa. Familias enteras seguidoras de Hassan Nasrallah que dominan distritos a base de proporcionar empleo, imponer con métodos violentos y proporcionar vías migratorias a todo aquel que comparta su visión. El ataque terrorista de Hamás los ha envalentonado y actúan ahora con triunfalismo en las calles de la capital alemana, una actitud a la que se suman otros grupos antisemitas.
En los restos del Muro de Berlín han aparecido esta madrugada pintadas con lemas antisemitas, esvásticas y las palabras «Matar judíos». La policía científica ha examinado el tramo afectado de la popular ‘East Side Gallery’ antes de que un equipo de funcionarios cubriese rápidamente el grafiti. La Oficina de Seguridad del Estado de la Policía Criminal del Estado ha abierto una investigación por cargos de incitación al odio, daños a la propiedad y uso de símbolos de organizaciones inconstitucionales. En el resto de la ciudad, la policía ha procedido del mismo modo con reiteradas pintadas similares y vigila a un grupo de personas que se reunió el martes a primera hora de la tarde en Hermannplatz y protagonizó una improvisada manifestación al grito de «¡Palestina libre!».
Más graves aún son los incidentes registrados en algunos colegios. El lunes, un alumno de 14 años se presentó en el patio del instituto Ernst-Abbe, ubicado en Sonnenallee, ataviado con un pasamontañas, una bufanda palestina y una bandera palestina. Cuando un profesor de 61 años se acercó a él para indicarle que debían quitarse la parafernalia palestina, intervino otro alumno de 15 años que derribó al profesor y lo pateó en el suelo. La paliza fue grabada y el vídeo circula por las redes sociales. Varios colegios han reportado al Senado de Berlín «arrebatos antijudíos» desde el lunes, que incluyen «fantasías de aniquilación» y «exclamaciones a favor de la destrucción de Occidente», supuestamente dominado por los judíos. Los educadores temen a las familias en cuyo seno se glorifica a los terroristas palestinos y a la puerta de los centros protestan las organizaciones propalestinas por estar siendo «silenciadas», en lo que consideran una violación de la Ley Fundamental. «Emprenderemos acciones legales para hacer cumplir nuestros derechos», anuncia Samidoun en un comunicado.
Mientras tanto, la bandera de Israel ondea en el ayuntamiento de Neukölln, que junto al resto de distritos de Berlín ha emitido un comunicado de solidaridad con el país. La Puerta de Brandemburgo, imagen emblemática de la capital alemana, ha sido iluminada con los colores de la bandera israelí.