Cien mil inmigrantes han desembarcado en las costas italianas desde el 1 de enero hasta el 14 de agosto, más del doble que en el mismo periodo del año anterior, según cifras del Ministerio del Interior. Es un récord, al que se añaden las cifras escalofriantes de muertos en el Mediterráneo en menos de ocho meses: 2.100 vidas perdidas en el mar . Se trata de un dato por defecto, dado que, según explica la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), es probable que haya muchos naufragios desconocidos, sobre todo de pequeñas embarcaciones en la ruta a la isla de Lampedusa . Las cifras reflejan un cierto fracaso del Gobierno de Giorgia Meloni, que no ha podido cumplir sus promesas electorales. La primera ministra se ha visto obligada por pragmatismo a cambiar su política migratoria, llegando incluso a pedir ayuda a las ONG que actúan en el mar, algo inconcebible cuando la líder de Hermanos de Italia llegó al Palacio Chigi, sede de la jefatura del Gobierno. Teniendo en cuenta que aún quedan tres meses de buen tiempo para la navegación, se teme que en el 2023 se supere el dato de 2016 cuando desembarcaron 180.000 personas . El Gobierno Meloni aseguró a su llegada que resolvería el problema de la inmigración . La primera idea fue el bloqueo naval, luego los puertos cerrados, que ocasionó un conflicto diplomático con Francia. Noticia Relacionada estandar Si Meloni cambia su política migratoria: «Europa e Italia tienen necesidad de inmigrantes, es un deber ayudarles» Ángel Gómez Fuentes La primer ministra italiana sigue destacando la importancia para el continente de hacer cambios en esta materia El Gobierno llegó a alejar por decreto a las ONG de las zonas SAR, las aguas que gestiona Italia para búsqueda y salvamento marítimo. Pero desde hace semanas las patrulleras italianas por sí solas no son suficientes, ante el aumento de las pequeñas embarcaciones que cruzan el Mediterráneo, sobre todo desde Libia y Túnez, para llegar a Italia. Por eso la Guardia Costera ha pedido a las ONG que realicen algunas intervenciones para poner a salvo a personas, a causa del naufragio de su patera o dificultades para navegar en medio del mar. La nave Geo Barents, de Médicos Sin Fronteras ha rescatado a 707 persona s desde principios de julio en el Mediterráneo. «La Guardia Costera nos llama a diario para rescatar a los migrantes que huyen de Túnez», explica Juan Matías Gil , jefe de la misión de Geo Barents. Supone un gran contraste esta visión que ahora se da sobre las naves de las ONG en relación con las acusaciones lanzadas por el Gobierno Meloni al inicio de su mandato. Entonces el Ejecutivo denunciaba que la presencia de esos barcos en el Mediterráneo servía de «factor de atracción» para que los inmigrantes se lanzaran a su aventura partiendo de las costas del norte de África, sabiendo que hay naves de las ONG dispuestas a rescatarlos y llevarlos a Italia. «Hay estudios que muestran que las ONG no son factores de atracción en absoluto. Las personas siguen saliendo para no morir«, manifiesta el jefe de la misión de Geo Barents a La Repubblica. Los inmigrantes intentan, desesperados, ponerse a salvo AFP El Gobierno Meloni intenta ahora afrontar el grave problema de la inmigración con la ayuda de la Unión Europea. Pero Bruselas se está revelando ausente o poco eficaz para afrontar la emergencia de la inmigración. Meloni llegó a sentirse satisfecha por «haber vuelto a poner la inmigración en el centro de la agenda», aunque la verdad es que las pulsiones soberanistas de Hungría y Polonia, que Giorgia Meloni consideraba sus aliados y «amigos», dificultan sus planes para la reforma del Pacto de inmigración y asilo. El último ejemplo soberanista del Grupo de Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa) lo ha dado Varsovia al anunciar la convocatoria de un referéndum sobre el compromiso europeo de asilo, a celebrar el próximo 15 de octubre, en coincidencia con las elecciones legislativas. A la espera de contar con más apoyo europeo, el Gobierno Meloni ha firmado dos acuerdos con Libia y Túnez para frenar las salidas de inmigrantes. Pero hasta ahora han sido un fracaso, sobre todo con Túnez, un país en grave crisis política y económica, al borde de la bancarrota. Las salidas desde las costas tunecinas, a 200 kilómetros de Lampedusa, no dejan de aumentar: Desde principios de año han desembarcado unos 60.000 tunecinos; de ellos, 24.000 solo en el mes de junio. Ante el récord de llegadas, el presidente de la región Emilia-Romaña, Stefano Bonaccini (PD), ha dado la voz de alarma, subrayando que todo el peso de la acogida de inmigrantes se descarga sobre las regiones y los centros para recibirlos están al borde del colapso. Antes del 15 de septiembre se deben alojar 50.000 inmigrantes según un plan de redistribución en toda Italia. Con urgencia se ha desatado en las regiones la caza de puestos para poder alojar a inmigrantes. Bonaccini afirma que en las ciudades hay una «emergencia por la inmigración», mientras el presidente de Véneto, Luca Zaia, de la Liga, da también la voz de alarma y considera que la situación es «insostenible»: «Europa está ausente y no ayuda más allá de sonrisas y apretones de manos. Italia no puede convertirse en la frontera europea. Espero que no vuelvan las tiendas de campaña –añadió Zaia–, pero veo números preocupantes».
Italia registra un récord de llegada de inmigrantes: 100.000 en menos de ocho meses, como en todo 2022
