El ultraderechista Wilder, el más votado en Holanda, según los primeros sondeos a pie de urna

El ultraderechista Wilder, el más votado en Holanda, según los primeros sondeos a pie de urna

«¡Gracias Holanda!«, gritó este miércoles por la noche emocionado Geert Wilders, poco después de que la televisión pública holandesa NOS publicase las primeras encuestas a pie de urna, «¡queremos gobernar!». En un intenso sprint final, la extrema derecha del PVV obtuvo el primer puesto en las elecciones de Holanda, según este sondeo de Ipsos.

Con los datos disponibles, el PVV se convertía en el partido más fuerte, con 35 escaños, seguido de GroenLinks-PvdA y VVD con 26 y 23 escaños respectivamente. La coalición que gobernaba hasta el momento ha sufrido un duro castigo, con la pérdida de más de 30 escaños.

Pero incluso si el PVV se confirma como el partido más fuerte tras terminar el recuento de los votos, todavía no es seguro que Wilders llegue a ser primer ministro. GroenLinks-PvdA y NSC han adelantado que no gobernarán con él y el líder del VVD, Dilan Yesilgöz, no ha descartado trabajar con Wilders, pero sí ha descartado formar parte de su gabinete si resultaba el más votado, como ha terminado sucediendo. Wilders, en todo caso, no ha perdido la esperanza de llegar finalmente a algún tipo de acuerdo con VVD y NSC, por lo que durante la campaña electoral se ha mostrado dispuesto a hacer concesiones en su lista de prioridades y reducir su tradicional retórica contra el islam, para que los partidos del centroderecha no lo descarten como posible socio de una futura coalición de gobierno. «La lucha contra el Islam no es una prioridad en estos momentos», ha admitido a sus 60 años y cansado de la eterna oposición a que su partido ha sido condenado desde que en 2010 obtuvo su mejor resultado, con 24 escaños, pero si está dispuesto a cerrar las fronteras a los solicitantes de asilo. Y aunque también ha aplacado su antieuropeismo rampante, todavía ha figurado en su programa electoral la convocatoria de un referéndum para sacar a Holanda de la Unión Europea.

En su primera reacción tras conocerse los sondeos a pie de urna, el líder de NSC, Pieter Omtzigt, fue el primero en mostrarse abierto a la idea de gobernar con Wilders. «Vamos a asumir la responsabilidad», dijo, «no será fácil con este resultado, requiere que muchos políticos pasen por encima de sus sombras… pero Holanda debe ser gobernada y estamos disponibles». Omtzigt calificó de «geniales» los 20 escaños obtenidos por su Nuevo Contrato Social, partido que ha fundó personalmente en 2021 y centrado en el buen gobierno y la seguridad social.

Wilders comenzó su carrera política como diputado del partido liberal de derechas VVD, el mismo que el del primer ministro interino Mark Rutte. Sin embargo, se separó de esta formación en 2004, debido a desacuerdos en el debate sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea, y fundó el Partido de la Libertad (PVV) en 2006, una formación política atípica en cuyo programa electoral figura «oponernos a la locura de la izquierda» y llevar a cabo «una política de derechas que sea dura con la inmigración, la ley y el orden, pero social con el poder adquisitivo y la asistencia sanitaria». Ha prometido reducir la edad de jubilación, reducir a cero el IVA de los alimentos y eliminar la póliza de riesgo en el seguro médico obligatorio, medidas que financiaría eliminando programas de protección del clima.

Cuando acudió a votar en el Ayuntamiento de La Haya, rodeado de un considerable dispositivo de seguridad, proclamó que será «el primer ministro de todos, más allá de su religión, origen o sexo», distanciándose así de anteriores posiciones islamófobas y despreciando las reticencias de Bruselas a su candidatura, ¿por qué deberían tener miedo al resultado de unas elecciones democráticas? Tengo en mente las mejores intenciones para los neerlandeses y es a lo único que aspiro». «Está todo en mi programa», dijo cuando se le pidió que precisase esas intenciones, «puede no ser lo que otros partidos en otros países quieren, pero oye, esto es democracia». Wilders corrige que «no hay nada extremo» en su partido y presume de representar «a la gente que no puede pagarse sus servicios básicos en casa, que no entiende que se gasten miles de millones para solucionar la crisis del nitrógeno y en otras cosas que no son prioritarias».